Sebastián Bitangwanimana – Los mártires de la fraternidad

Sebastián Bitangwanimana

Sebastián Bitangwanimana (1977 – 1997), Burundi.

 Nació en el verano de 1977 en la colina de Muguba, situada a dos horas de caminata de la ciudad de Bururi. Hijo de Severino Bukuru y de Beatriz Nabubu, se crió allí junto a sus ocho hermanos (eran en total 3 mujeres y 6 varones). Sebastián y su familia pertenecían a la etnia Tutsi.

En Burundi hay tres etnias que hasta la guerra civil convivieron en relativa paz. La mayor parte de la población la componen los Hutus, luego hay una minoría Tutsi y finalmente la etnia Twas, que por su reducido número no tiene un papel significativo en la vida socio-política del país.

Sebastián era un niño muy alegre, cariñoso y apegado a su familia. Era también muy allegado a sus vecinos y todos lo recuerdan como una persona muy trabajadora. Él mismo, para poder estudiar y ayudar a su familia, se ocupó del cultivo del forraje para las vacas y de distintos tipos de hortalizas que su padre se encargaba de vender. Al mismo tiempo era un joven muy estudioso y aplicado.

Su deseo de ser sacerdote lo acompañó desde el día de su primera comunión. Tenía que obtener muy buenas notas en el examen final de la escuela primaria para poder ingresar en el seminario de Buta, ubicado a unos 11 Km. de Bururi. El 7 de septiembre de 1992, Sebastián ingresó al seminario luego de rendir exitosamente sus exámenes y de obtener ayuda, especialmente gracias a la carta de recomendación de su párroco. Allí conoció Schoenstatt durante el año académico 1995-1996. Schoenstatt sería decisivo en la maduración espiritual de Sebastián.

En los últimos meses de su vida, Sebastián experimentó una conversión. Según sus compañeros y profesores, tuvo un vuelco radical hacia Dios. Todos los días rezaba el rosario, leía biografías de santos e invitaba a sus compañeros a que lo acompañaran en sus oraciones. Uno de los últimos libros que leyó antes de morir fue «José Engling y la espiritualidad de Schoenstatt» que ejerció una gran influencia sobre él. Incluso su rendimiento académico mejoró, lo que le permitió ser admitido para ingresar al ciclo superior. Una semana antes de morir, los alumnos mayores del seminario participaron de un retiro vocacional que marcó profundamente sus vidas.

El 30 de abril de 1997 un grupo de rebeldes Hutus ingresó a la fuerza al seminario, saqueando y disparando contra sacerdotes, estudiantes, profesores y la guardia del ejército. Una vez que llegaron a las habitaciones de los estudiantes mayores, entre los que se encontraba Sebastián, exigieron que se separaran los estudiantes Hutus de los Tutsis para poder torturar solo a los Tutsis. Los jóvenes se negaron a esta petición, no importaba de que etnia fueran: todos eran hermanos, nadie los iba a separar. Los rebeldes respondieron con sus armas, matando esa noche a 40 seminaristas, entre ellos Sebastián.

Más tarde uno de los sobrevivientes le diría al Padre Zacarías, rector del seminario: «Padre, quisieron separarnos pero no pudieron». También se cuenta que desde la habitación donde fueron asesinados se escuchaba el grito de los estudiantes: «Señor perdónalos porque no saben lo que hacen». Los 40 jóvenes murieron como auténticos mártires, sacrificando sus vidas por dar testimonio de su fe y amor fraterno. En la actualidad se encuentran enterrados en el seminario de Buta, donde se halla el Santuario de los Mártires de la Fraternidad.

Para la Juventud de Schoenstatt en Burundi, Sebastián es uno de los héroes del Movimiento, tal y como lo fue José Engling.