Padre Celestino André Trevisan – «Ojalá pudiera, incluso después de mi muerte, poder predicar el nombre de María.»

Padre Celestino André Trevisan, Brasil. Hijo de inmigrantes italianos, nace en la Colonia Silveira Martins / RS. A los 16 años, decide su vocación al sacerdocio. Hace todos sus estudios en el Seminario de la Inmaculada Concepción, en Sao Leopoldo, dirigido por los padres jesuitas. Fue ordenado sacerdote en la catedral de Santa María y ahi comienza a trabajar en las misiones populares como siempre deseó. Miles de personas escuchan sus sermones, que despiertan muchas vocaciones sacerdotales y religiosas. Su hermano, el P. Máximo Trevisan, que estaba estudiando en Roma lo pone en contacto con el Movimiento de Schoenstatt y él ya piensa en un Santuario de Schoenstatt, en Santa Maria, para que las Hermanas de María de Schoenstatt puedan ejercer mejor su apostolado.

El Padre Celestino colabora con el inicio de la campaña de la Mater Peregrina de Schoenstatt, bendicieando la imagen con la que el Diac. Pozzobon peregrinará por 35 años. En 1966, a pesar de tener más de 60 años, toma la decisión más importante de su vida: hace su opción por el Instituto de los Padres de Schoenstatt y parte para Jaraguá / SP, donde los padres comenzaban a instalarse. Como vicario parroquial en Mairiporã, atrae a la juventud. Todos se sienten atraídos por este anciano, enamorado de María y de corazón enteramente lleno de entusiasmo juvenil.

Su ideal personal era: «Hijo y esposo fiel de la Madre y del Padre»

El P. Kentenich escribió al padre Max: . «Su hermano me da mucha alegría, con todo lo peculiar de seguridad intuitiva Emprender con claridad es un instrumento adecuado para nuestra misión y será muy útil. «(29/04/1948)

En 1981, comienza el ocaso de su vida. La enfermedad va dominando, el padre Celestino, sin embargo, no pierde el espíritu misionero. El ardor de su amor le hace pronunciar: «Ojalá pudiera, incluso después de mi muerte, poder predicar el nombre de María.» El 11 de marzo de 1983, va al encuentro de aquella que enseñó a tantos a amar.