Hermana M. Lisann Weissenberg: Los brazos abiertos de Schoenstatt

La hermana Lisann abriendo las puertas de su casa La Hermana M. Lisann,Weissenberg , Alemania, ingresó en la comunidad de las Hermanas de Maria de Schoenstatt en 1974, y durante casi toda su vida tuvo prácticamente la tarea de recibir y hospedar a los visitantes: en la recepción de la Casa Madre; en la Casa Marienland, tanto en la recepción y como superiora; en el Santuario Cor Ecclesiae (Roma), y por sobre todo en la Casa Sonnenau, en Schoenstatt. Falleció el 22 de febrero de 2007, después de luchar durante años contra la cruel enfermedad que la aquejaba, abandonándose enteramente en sus últimos meses de vida a la voluntad de Dios.

La Hermana Lisann logró que muchísimas personas que pasaron por Schoenstatt se sintieran bienvenidas y en casa. «Estoy seguro de que ahora nuestra Mater la va a dejar a cargo del hospedaje en el cielo… un nuevo incentivo para querer llegar arriba. Estamos apenados, pero felices de que otra hija santa haya llegado donde nuestro Padre» escribe Joaquín Mardonez, de Chile. A pocas horas de conocida la noticia, comenzaron a llegar testimonios de Tanzania, Perú, Chile, la Argentina, Sudáfrica, Alemania, Paraguay, Portugal, llenándose el libro virtual de condolencias que se dispuso en gratitud a una Hermana que, como pocas, marcó la vida de gente de todo el mundo que ocuparon un lugar importante en su corazón tan grande. Más de 5.000 visitas en el libro virtual de condolencias transformado en un libro de relatos y testimonios, cientos de correos electrónicos, cartas y llamados hablan de lo que ella significó para tantas personas.

Los testimonios luego de su muerte hablan por sí mismos: «Nadie más acogedor, nadie más preocupado por la gente, nadie más servicial, nadie más dedicado permanentemente a facilitarle y alegrarle la vida a los demás, a simplificarles las cosas, a solucionarles todo, aún a costa de ella, de su sacrificio, de su renuncia. Siempre sonriente, de excelente humor, cálida, conversadora, y al mismo tiempo una súper administradora. Su interés principal era la gente, tanto los huéspedes como los empleados y voluntarias, a todos trataba por igual, con un cariño y una deferencia impresionantes.»

«Cada tanto alguien especial toca tu vida. La Hna. Lisann fue ese alguien especial en nuestro terruño de Schoenstatt actual. Ella encarnó muchas de las mejores cosas que hay en Schoenstatt, no sólo el amor a María sino el amor a aquellos impulsados por su amor a María. Hizo de Schoenstatt un hogar para todos. No será lo mismo sin su presencia. Sin embargo, no puedo dejar de preguntarme: ¿qué cambios introducirá en el cielo, y qué manjares dispondrá para el buffet?» P. Andrew Pastore

Una oleada de cariño la acompañó en la hora de su fallecimiento y entierro. Pero a su vida no le faltaron cruces, y aunque nunca lo demostró, sufrió mucho a raíz de críticas y cuestionamientos por su manera de actuar. Fue una pionera. Sentó nuevas bases de hospitalidad y de servicio que muchos no comprendieron. Es el Vía Crucis que tienen que recorrer los que tienen un carisma destacado. «Parece milagrosa la extraordinaria coincidencia de conceptos que todos los que han escrito tenemos respecto a ella», escribe Luis Baeza, de Maldonado, Uruguay. «Pudimos vivir el inmenso amor de la Hna. Lisann, y su preocupación por acogernos hasta improvisando dormitorios en los espacios más inverosímiles, hemos sentido el calor de un ser maravilloso, esperándonos en unas noches de frío y nieve con algo caliente para dormirnos más placenteramente. Cuando leo todos estos mensajes, o cuando algún amigo me pide que le cuente nuevamente de nuestras idas a Sonnenau, y de aquella «monjita» tan especial y fraterna, me doy cuenta que la Hna. Lisann no se ha ido y que estará siempre entre nosotros.»

Nada la hacía más feliz a la Hna. Lisann que hablar sobre los jóvenes que llegaban a Sonnenau, tan encendidos con su fe católica. Sin hablar prácticamente otro idioma que el alemán, fue una persona que se pudo comunicar amorosamente con cada visitante de las casas en donde vivió. Un ejemplo de santidad en la vida diaria, un ejemplo del amor de Maria, entregado desinteresadamente a los demás, o, como dijo alguien: Los brazos abiertos de Schoenstatt.

Bibliografía