Me guias: Fe práctica en la Providencia Divina

La Alianza de Amor se va dinamizando en el tiempo a través de la fe práctica en la divina providencia, que es, al decir del Padre Kentenich, uno de los «carismas» más importantes de Schoenstatt.

Por fe práctica en la divina providencia se entiende la certeza de que Dios no solo cuida de los hombres y del mundo sino que expresa y manifiesta sus deseos de manera tal que el hombre los puede captar y responderle.

La fe práctica en la divina providencia es la fe en que el Dios sabio, poderoso y fiel, tiene un plan de amor para la humanidad y para cada persona en ella. Se habla de fe «práctica» en el sentido que podemos conocer, por la luz de la fe, a través de las voces del tiempo, del alma y del ser, ese plan y conformar nuestra vida concreta de acuerdo a él.

La fe práctica en la divina providencia nos lleva a buscar activamente la voluntad de Dios en la vida y en los acontecimientos, y a responderle filial y eficazmente. Es una de «receptiva», en cuanto está abierta a recibir las indicaciones de Dios y a abandonarse a su voluntad; y «activa», en cuanto busca activamente esa voluntad y trata de realizarla.

Voces del tiempo, del alma y del ser

Dios gobierna el mundo a través de causas segundas. Dios interviene en la historia concreta del mundo, de las comunidades, de cada persona. Quien se guía por la fe práctica en la divina providencia, trata de detectar la presencia y el deseo de Dios manifestado a través de los acontecimientos, en los signos del tiempo o en las circunstancias. En ellos percibe su voluntad.

Dios también nos habla en nuestro interior por las inspiraciones del Espíritu Santo. Quien se guía por la fe práctica en la divina providencia busca discernir, en los anhelos de su corazón y los impulsos que laten en él, la voluntad de Dios.

Las voces del ser es aquello que Dios nos dice a través del orden de ser de la realidad natural y sobrenatural. La estructura de ser de las cosas y de las personas y su naturaleza, lleva inscrita la voluntad de Dios: son pensamientos encarnados de Dios y, como tales, son deseos encarnados de Dios. En otras palabras, según el adagio tomista, al orden de ser debe seguirse un orden de actuar.

El Dios de la vida nos habla…

El Dios de la vida quiere comunicarse con los hombres a través de la vida. Un momento clave es  la convicción de poder descubrir las huellas de Dios en todas partes: en lo que vive en nuestro interior, en el encuentro con otras personas, con la creación; en los acontecimientos de las pequeñas o grandes historias, en los procesos de la ciencia y de la técnica.

Tal como las aspas del molino reciben el viento y lo transforman en energía, así lo que descubrimos en nuestros propios corazones y a nuestro alrededor como signos del tiempo, es la «voz de Dios» que nos interpela y a la vez nos regala fuerzas y energía para darle una respuesta en nuestras vidas.

La búsqueda de huellas ha surgido de esta convicción como un método probado en el que nosotros, los hombres, nos encontrarnos en el diálogo y juntos podemos descubrir al «Dios de la vida».

 

P. Guillermo Carmona, «Schoenstatt, ¿qué es?»
P. Rafael Fernández, «150 preguntas sobre Schoenstatt»

Hubertus Brantzen: Busqueda de huellas