Publicado el 2015-03-22 In Temas - Opiniones

Cultura de Alianza – Cultura del encuentro

Carta de Alianza del P. Guillermo Carmona, Director del Movimiento de Schoenstatt en Argentina. El lema de este año es: En alianza, salgamos al encuentro.

 

Esta primera “Carta de Alianza” quiere abrir las meditaciones que nos acompañarán este año. El objetivo es, cada 18 de mes, adentrarnos en el lema de la Familia de Schoenstatt 2015: “En alianza, salgamos al encuentro”.
Hoy quiero hablarles de la relación entre “alianza” y “encuentro”. Desde hace varios años, venimos hablando de la “cultura de la alianza”, un término que se acuñó a partir de la preparación al Jubileo. El Papa Francisco, a su vez, habla de la “cultura del encuentro”. Ambos términos se los ha tomado como sinónimos, y lo son. Sin embargo, hay diferencias.
La “alianza” perfila un tipo de relación: es mutua y consciente de ambas partes. Se sella cuando hay un objetivo más o menos claro, donde los dos contrayentes buscan un beneficio. La alianza de Dios con su pueblo, tema central de la Biblia, es una relación donde el hombre recibe la protección, el amor y la beneficencia de lo alto; y Dios percibe el reconocimiento humilde y amoroso de sus hijos. La “cultura de la alianza” es un estilo de vida, donde el hombre vive el día a día el vínculo con Dios.
Pero la alianza puede darse también con los demás. En la Biblia se narran alianzas entre pueblos y personas. Todas perciben algo; hay uno que toma la iniciativa, pero el otro acepta la oferta y ambos cumplen requisitos. Toda alianza conoce derechos y deberes. Su incumplimiento puede ser causal de quiebre, de separación y distancia de las partes. Cuanto más seria es la alianza, menos inocua es ella, por ejemplo, la alianza matrimonial.
Toda alianza, sea gratuita u onerosa tiene un objetivo, pretende un tipo de vínculo que, si se lo toma en serio, compromete tiempo, dinero, dedicación y en algunos casos, la propia vida. Es mutua: yo gano y tú ganas. Tiene un costo y un beneficio, espiritual, material o social.
A diferencia de la alianza, el encuentro no tiene mayores intenciones. No pretende nada del otro; puede generar aceptación o rechazo, cercanía o distancia. Salir al encuentro es ir en búsqueda, sin otra intención que el mismo encuentro. Se basa en el hecho de que el otro es persona, hijo de Dios, alguien a quien debo respetar, con quien puedo dialogar.
Es muy probable que nadie selle alianza con quien no comparta su ideología, que no sea de su “palo”, que no tenga los mismos valores ni pretenda lo que uno desea. Pero es posible salir al encuentro de los otros sin discriminación, sin prejuicio o juicio alguno. Salir al encuentro puede darse con alguien que no tiene mi identidad sexual, no comparta mi religión, no tenga mi afiliación política ni participe de mis mismas opciones. Es más universal.
Cuando en noviembre del 2014 definimos como meta “salgamos al encuentro”, le dimos una motivación, no una finalidad: salir para hallar a Jesucristo que vive en cada hombre.  No buscamos inculcarle nada, ni hay intención proselitista. Es exigente, porque presupone olvido de sí mismo, desprendimiento sincero.
En esta cuaresma, mirando ya la cercanía de la Semana Santa y la Pascua, se nos brinda la oportunidad de descubrir cuántas veces el Señor y la Mater se dijeron: “salgamos al encuentro”. Nos han hallado y en base a nuestra disponibilidad nos han propuesto algo más: sellar alianza. La Cuaresma es la ocasión para descubrir al Dios que nos busca y quiere abrazarnos. Como un humilde pordiosero nos acercamos al Calvario y besamos la cruz de Jesucristo. Allí estará su Madre. Ella nos será dada, para que el encuentro termine en la alegría de la Pascua. Porque ellos salieron al encuentro, nosotros también lo haremos especialmente durante este año.

Un abrazo cordial a cada uno de ustedes y mi bendición para este día de Alianza.

P. Guillermo Carmona

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